miércoles, 6 de octubre de 2010

Un pequeño resumen de la huelga en Segovia...


MÁS DE MIL PERSONAS SE CONCENTRARON EN SEGOVIA CON UN OBJETIVO: HUELGA GENERAL

La protesta contra la Reforma Laboral se ha convertido en una guerra entre piquetes y esquiroles.

Por buena parte de España ha habido enfrentamientos, destrozos en las calles y en los establecimientos que no han querido cerrar. Sin embargo, por otros rincones de la península no se han quebrantado los derechos de manifestarse o no voluntariamente. Opiniones de todos los gustos, cada uno según su situación y la de los suyos, es lo que hemos visto en las calles de España.

“Esto se tenía que haber hecho mucho antes”, cuenta José Ignacio Pérez, “¡Si nos hubieran tenido en cuenta los patatas de los político no habríamos llegado a este punto!”. Irritado, acompañado por gran parte de su familia, José Ignacio dice que lleva ya mucho tiempo sufriendo abusos contra sus derechos básicos laborales, y como él toda su familia. El segoviano afirma que la manifestación va a ser un éxito ya que como él están otras miles de personas más.

Las calles se inundaron de masas de personas, en unas ciudades más que en otras. En Segovia la cifra aproximada ha sido de mil personas, los cuales llevaban desde temprano organizando el gran día. A las ocho de la tarde del día anterior ya se convocó la primera reunión de piquetes por la Coordinadora de la huelga general en Segovia, formada por CGT, CNT, la Coordinadora Antifascista y Segovia de Izquierdas.

Antes de comenzar la hora inicial de la huelga ya se estaban comprobando los autobuses que salen de Segovia a otros puntos de España y también los urbanos. Se cercioraron de que solamente salían los de servicios mínimos y de que apenas había viajeros en las estaciones de autobús.

Por su parte, los que quisieron abrir las tiendas lo hicieron “casi” sin problema, y digo “casi” porque tras el paso de la manifestación muchos se rindieron ante los piquetes y cerraron sus establecimientos: tiendas, bares, estancos…

“No entiendo por qué ellos tienen derecho a manifestarse por un trabajo digno y yo no tengo derecho a no participar en la huelga e ir a trabajar”, explica Laura Rodríguez Rodríguez mientras se aleja de su lugar de trabajo, “¡estoy en mi derecho de trabajar!”, les grita a los piquetes. No todos entienden esta huelga de la misma forma lo cual hace que haya habido más disputas de las que se hubiesen deseado.

Esta es la otra cara de la huelga, la que no quiere manifestarse e intenta trabajar como cualquier día y no puede. Como éste, ha habido muchos más casos en toda España donde trabajadores han visto imposible llegar a su trabajo o simplemente permanecer en el sin que les griten “esquirol” o “chupaculos”. Aquí es donde radica el problema, y es que si nos estamos quejando por el trato que nos dan, o le dan a muchos, no podemos hacerlo con violencia porque perdemos toda la seriedad de nuestras palabras.

Así ha pasado el llamado 29 S, para unos indiferente, para otros como el día en el que comienza el postzapaterismo y para no pocos, como un día en el que no se va a trabajar sin saber realmente el porqué. “Yo me he venido a ver qué pasa por aquí y a quejarme de todo lo que pueda, ¡lo que sea!, yo me quejo que es lo que hay que hacer”, dice riendo un estudiante que por lo que cuenta, ni trabaja, ni sufre la reforma laboral, y lo peor de todo, ni si quiera sabe porqué toda España se ha echado a la calle contra la política de Rodríguez Zapatero. Ni le interesa, que es peor aún.



Teresa Duque Piñero

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